Política Criminal - Entrevista - 30/12/2021

Entrevista a Matías Dewey

Por David Terroba Borodovsky

por David Terroba Borodovsky

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Matías Dewey es sociólogo y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Rostock, Alemania. Asimismo, actualmente se desempeña como investigador en el Instituto de Sociología de la Universidad de St. Gallen, Suiza, donde ostenta el cargo de investigador Senior. En cuanto a sus líneas de investigación, el profesor Dewey se especializa entre otras cosas, en el estudio de los mercados ilegales, el vínculo entre las organizaciones criminales y las agencias estatales, la teoría social y la metodología cualitativa.

Durante el mes de noviembre de 2019, David Terroba se reunió con el profesor Dewey para hablar sobre su trabajo. Terroba en comunicación desde la Ciudad de Buenos Aires, y Dewey desde Colonia, Alemania. En dicha oportunidad, conversaron sobre los orígenes de su investigación, el interés y los límites sobre el conocimiento de los mercados criminales, y el estudio específico del caso de La Salada en Argentina. Transcribimos en este artículo el intercambio entre ambos.

David Terroba Borodovsky: Hola Matías, en primer lugar, quisiera agradecerte por brindarnos este espacio para poder realizarte unas preguntas. Desde ya, me gustaría que pudieras contarnos un poco sobre vos, tus orígenes, dónde hiciste tus estudios iniciales, los de grado y tu estadía como investigador en Alemania.

Matías Dewey: Nací en el contexto social que luego me dediqué a estudiar: el conurbano. Luego de haber terminado la secundaria en una escuela agrotécnica y de haber comenzado de manera fallida la carrera de biología, comencé a estudiar sociología en la Universidad del Salvador. Eran mediados de los años 90’ y el debate acerca del arancelamiento de la universidad era intenso. Las clases abiertas, los paros o los debates diarios eran cosas muy comunes, pero conllevaban el problema de que las clases se cambiaban de horario continuamente. Y eso, en mi caso, supuso un problema porque trabajaba en una editorial y necesitaba horarios más o menos estables. Así fue que opté por la Universidad del Salvador. Me recibí en marzo del 2002 y creo que no hace falta que explique cuán difícil era conseguir trabajo en ese momento. La ciencia en general estaba muy afectada y, como siempre, las ciencias sociales se llevaban una de las peores partes. Algo positivo, sin embargo, fue que trabajé dos años en un instituto de investigación, el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo Latinoamericano, que dependía de la fundación alemana Konrad Adenauer.

Fue un trabajo como pasante, ad honorem, pero que me permitió conocer algunas personas y, sobre todo, me recomendaron a Nikolaus Werz como tutor de tesis doctoral. La decisión de irme a Alemania fue motivada por una situación general muy difícil y porque me dieron una beca (el Servicio Católico de Intercambio Académico alemán) que me permitía dedicarme por completo al doctorado y dejar mi trabajo que, en aquel entonces, era en una empresa que procesaba la información de los talonarios de servicios públicos. Ya en Alemania, realicé mi doctorado en la Universidad de Rostock, una universidad más bien pequeña, pero muy antigua, que está ubicada sobre el báltico.

El tema del doctorado estuvo dedicado a dar una respuesta a la pregunta acerca de por qué en Argentina ciertas normas legales, es decir, aquellas promulgadas oficialmente, no son tomadas como patrón de comportamiento por un sector de la población. Este cuestionamiento no es nuevo en Argentina y su expresión más común es la pregunta acerca de por qué en Argentina se transgreden normas. Mi tesis terminó siendo una refutación a las explicaciones basadas en la noción de la anomia y un análisis en términos de legitimación política. Si bien las preguntas del doctorado me siguieron persiguiendo un buen rato, mi posdoctorado estuvo dedicado a la policía de la provincia de Buenos Aires y su involucramiento en el mercado de autopartes robadas. Todo esto parte de un libro que es maravilloso y que se debería leer en toda carrera de sociología: La Mafia Siciliana: el negocio de la protección privada, de Diego Gambetta[1]. Mientras leía el libro, que básicamente defiende la idea de que el negocio de la mafia es la venta de protección, yo pensaba en la policía de la provincia de Buenos Aires y pensaba que no había ninguna diferencia.

En definitiva, mi posdoctorado, que lo hice con una beca de la Fundación Alexander von Humboldt, estuvo dedicado a investigar y mostrar que el Estado, y en particular la policía, también vende protección ilegal, pero de una manera bastante especial: la forma de vender protección estatal es a través de la suspensión del enforcement. El Estado se comporta como una mafia, eso ya lo decía Charles Tilly (y está contenido en la tesis de Gambetta), pero vendiendo lo único que pueden hacer los agentes estatales: vender la no-aplicación de las normas o convertir el poder de aplicar normas en una mercancía. Mi trabajo de doctorado me permitió teorizar lo que en Argentina se conoce como “zona liberada”, y ver qué roles juegan los gobiernos, las agencias estatales y los actores criminales.

DTB: ¿Y cómo surge tu interés por el estudio de los mercados ilegales?

MD: El trabajo en el campo de los mercados ilegales comenzó, como acabo de decir, durante el posdoctorado. Pero pude potenciarlo gracias a que el Instituto Max Planck para el Estudios de las Sociedades, donde trabajo actualmente, lanzó un proyecto de investigación específico y contrató a varias personas con distintos niveles de experiencia. Aunque parezca mentira, los mercados ilegales han sido un tema de investigación casi ausente en la sociología económica. Hoy en día existen dos formas de abordar el problema de la ilegalidad en la economía. La primera es mediante el concepto de informalidad y está mayormente focalizada en el trabajo informal. Las ciencias sociales en América Latina se han dedicado constantemente a medir, entender y analizar este fenómeno. Pero lo dicho, es un abordaje de la ilegalidad en lo que atañe al trabajo.

La otra forma de abordar el problema es mediante el concepto de crimen organizado. Es la forma más extendida de aprehender el fenómeno de la ilegalidad en la economía. La noción de mercados ilegales viene a competir con esta última porque propone una forma más holística de comprender el fenómeno. Es más, el enfoque de los mercados ilegales no pretende suplantar la noción de crimen organizado, sino que la incorpora. La incorpora puesto que las organizaciones criminales suelen estar en uno de los lados de los mercados: la oferta. Sea el producto que sea, las organizaciones criminales venden productos. El enfoque de los mercados ilegales reconoce esto, pero va aún más lejos y se pregunta por los consumidores. Y lo cierto es que son los consumidores los que crean, en la mayoría de los casos, ventanas de oportunidad para que aparezcan organizaciones que desean vender productos ilícitos.

Personalmente creo que sabemos muy poco sobre las demandas de bienes ilícitos. Y hablo en plural porque cada mercado tiene sus propias características. No son las mismas las motivaciones de aquellos que quieren comprar un órgano humano de aquellos que desean comprar una remera pirateada. Es más, las motivaciones cambian de sociedad en sociedad y están estrechamente vinculadas a consideraciones morales, tradiciones, historias legales propias, etc. El problema es que estudiar la demanda de bienes o servicios ilegales es difícil. Casi siempre se trata de consumidores aislados, atomizados.

DTB: Dada la opacidad en la que se desarrollan los mercados ilegales, ¿cuáles son las estrategias de investigación que utilizás y qué resultados te dan?

MD: La opacidad de los mercados ilegales es variable y esa variabilidad se vincula estrechamente con lo mencionado previamente, es decir, con los niveles de aceptación moral de dichos mercados. Mercados que son percibidos como desagradables, por ejemplo, como los órganos o el comercio de niños, son más difíciles de investigar por el simple hecho de que quienes participan en esos mercados no quieren hablar. Es más, se trata de gente que nosotros, como investigadores, sólo podemos aspirar a encontrar cuando están en la cárcel.

¿Cómo investigamos las redes de pornografía infantil o la organización ilegal de trasplantes de órganos? La situación cambia una vez que las barreras morales se diluyen un poco. Mercados como el de “La Salada”, por ejemplo, ofrecen menos dificultades por el simple hecho de que es tolerado en la medida que permita la generación de recursos para vivir. Lo importante aquí, y que quisiera destacar por su importancia sociológica, es que estamos frente a fenómenos morales o en el nivel de las creencias: la población cree que el comercio de indumentaria pirateada no es tan pernicioso como el tráfico de drogas duras o la pornografía infantil. Y se trata de creencias o posiciones morales que cambian a lo largo del tiempo. Hubo un tiempo en que la cocaína era legal y países como Alemania exportaban cocaína porque era usada como anestésico o como ingrediente de bebidas refrescantes. Luego, hacia mitad del siglo pasado, eso cambió y drogas antes prohibidas, como la marihuana, comenzaron a ser vistas de un modo diferente. Hoy en día, la marihuana tiende a ser aceptada o legalizarse y lo contrario sucede con la cocaína. Volviendo a tu pregunta inicial, el acceso al campo por parte de los investigadores depende mucho de estas barreras morales y, además, de la habilidad de los investigadores para entrevistar.

DTB: En tu estudio sobre La Salada, vos trabajás sobre la noción de “el orden clandestino”, es decir, esa forma que tiene el Estado de sustentarse a partir de la liberación de zonas. Me gustaría consultarte: ¿creés que esto es trasladable a otras latitudes o se trata de un fenómeno exclusivamente argentino o latinoamericano?

MD: La semana pasada organicé un taller internacional sobre la “no-aplicación del derecho” (non-enforcement of the law) en el que participaron colegas de muchos países. La “zona liberada” o “no-aplicación del derecho” por parte de agentes estatales es lo mismo. Es interesante constatar que no se trata de un fenómeno argentino y que esa falta de aplicación de normas adopta diversas maneras en diferentes países, contextos o sectores económicos. De todas maneras, sí creo que en Argentina y en otros países con instituciones formales muy debilitadas esa no-aplicación adopta una forma extrema y muy ligada a la arbitrariedad del poder político. Con el transcurso del tiempo, los mecanismos informales de resolución de problemas y la dimensión informal de la autoridad se expanden, se hace más densa, y condiciona fuertemente a las instituciones formales. En el fondo, el poder político, es decir, los gobiernos, intervienen directamente en las agencias estatales y, así, borran los límites entre unos y otros.

DTB: Respecto de esto último, también me gustaría consultarte qué se puede hacer con esas ferias informales donde se encuentran insertados distintos mercados ilegales, cuando una porción importante de la población tiene – de una u otra forma – sus rutinas vitales atravesadas por ellas: ya sea desde los lugares donde pueden conseguir bienes a los cuales no podrían acceder en los grandes centros urbanos, como sus puestos de trabajo o ámbitos de pertenencia.

MD: Es una pregunta difícil. Por un lado, es verdad que se trata de una economía que sirve de sustento económico para millones de personas. Yo mismo he realizado entrevistas con productores que trabajaban realmente en muy malas condiciones. Gente trabajadora y creativa que no encuentra otra alternativa que llevar su producción a los mercados de La Salada. Por otra parte, creo que es importante no romantizar este tipo de economías: todos mis entrevistados deseaban que sus hijos no continúen trabajando en ese contexto social. Existe una tendencia en las ciencias sociales a idealizar estas economías, o a pensar que en ellas se encuentra la semilla de un cambio de época.

Si vos me preguntás por formas de intervenir en esos contextos, mi respuesta es que habría que comenzar por quitar los incentivos que tiene la clase política, especialmente a nivel municipal, para mantener el statu quo. El principal motivo por el cual existe la economía de los talles clandestinos y La Salada es porque hay una clase política que, como me dijo un dirigente peronista de Lomas de Zamora, se beneficia de la precariedad. Transformar ese mundo atravesado por la informalidad, las malas condiciones laborales, la arbitrariedad, el déficit estructural y muchas otras cosas más, significaría que varios dirigentes políticos se queden sin el financiamiento de sus campañas, que se arriesguen a perder elecciones, que se enfrenten a los conflictos que toda transformación entraña, etc. Dicho de otro modo, pienso que antes de debatir qué hacer con esas ferias informales hay que asegurarse que, aquellos que van a hacer algo, tengan un interés genuino en una transformación.

DTB: ¿Cuál es el rol que creés que deberían tener las agencias de persecución penal en la intervención sobre los mercados ilegales?

MD: Creo que no existe una respuesta unificada porque los mercados ilegales son todos diferentes. Algunos mercados, como los de drogas pesadas, personas o trasplantes, se asemejan a redes de comercio más que a mercados con una oferta y demanda definidas. Asimismo, las agencias de persecución penal deben actuar de manera puntual luego de un diagnóstico adecuado de las características de dichos mercados. Te doy un ejemplo: el mercado de antigüedades originado en el saqueo de sitios arqueológicos o el robo de piezas en museos. La primera pregunta que me haría es: ¿cómo funciona ese mercado en, por ejemplo, Argentina? Imagino que los saqueadores funcionan como organizaciones o redes, y ahí pueden actuar agencias estatales haciendo inteligencia o controles en puntos específicos, como los aeropuertos.

Pero también hay una demanda que está estimulando la oferta, entonces, ¿qué se puede hacer ahí? Pues bien, en muchos casos la demanda puede “atacarse” mediante campañas de concientización o educación en los colegios. La “moralización” del fenómeno, del mismo modo que hoy en día se hace con la producción de carne, que los veganos definen como una “matanza de animales”, puede contribuir a frenar el comercio. Lo mismo puede pensarse respecto del comercio de animales protegidos. Ahora bien, ¿cómo funciona ese mercado en Argentina? Te invito a que busques, por ejemplo, “cardenal amarillo” (una especie en extinción) en sitios como Facebook y veas la cantidad de avisos de venta que hay.

DTB: Como vos bien sabrás, existen regularidades sociales que hacen al funcionamiento de los mercados ilegales, y la intervención sin un planeamiento medianamente sofisticado sobre ellas desde las agencias penales puede generar efectos de todo tipo no calculados por las agencias de aplicación de la ley: ya sea desde disputas entre bandas si el mercado estuviera más o menos monopolizado o un aumento de la violencia, para mencionar algunos ejemplos. Lo que quisiera consultarte en este punto es: ¿cómo se podría equilibrar esta cuestión?

MD: Dado que todos los mercados son diferentes, e incluso no en todos los mercados existen organizaciones criminales, creo que las únicas regularidades entre los mercados son la búsqueda de ganancias y ciertas constelaciones morales de parte de la demanda tal como mencioné previamente. Es fundamental tener diagnósticos del funcionamiento real de los mercados ilegales y no partir de análisis economicistas que simplifican el problema. Los mercados mejor investigados suelen ser los de drogas, pero no todos los mercados criminales funcionan como los mercados de drogas. Incluso, los mercados de drogas son diferentes entre sí porque la producción de las drogas difiere, la aceptación en la sociedad varía y la distribución se hace en zonas geográficas distintas.

Todos los mercados ilegales, por definición, tienen una oferta y una demanda, pero eso significa poco y no indica nada respecto de cómo deben actuar las agencias estatales. La investigación y el conocimiento en un sentido amplio son fundamentales, así como expertos que sepan interpretar el fenómeno que tienen por delante.

DTB: Te agradezco Matías el tiempo que nos brindaste para contestar estas inquietudes.

MD: No hay por qué, te agradezco por las preguntas y ha sido un gusto conversar con ustedes.

*Entrevista recibida el 3 de diciembre de 2019 y aceptada el 5 de diciembre de 2019.

[1]. Gambetta, D., La Mafia siciliana: el negocio de la protección privada, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.

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